La Navidad es una fiesta de encuentros y reencuentros y de rememorar lazos familiares, a diferencia de otras fiestas del año. Desde tiempos inmemoriales, la red primigenia de apoyo del ser humano es la familia, por lo que alrededor de esta fecha se han establecido muchas tradiciones y comportamientos en el repertorio de conductas del ser humano.
Desde hace un par de semanas, los padres, los hijos, las esposas y los esposos buscan afanados regalos para sus seres queridos. Otros van por las calles ajetreados con canastones y bolsas navideñas. Los supermercados y los mercados también están llenos; unos compran pavo, otros pollos, otros vinos, bebidas, budines, en fin. Todos se organizan para esta fecha donde el afecto, el amor o el cariño están a flor de piel.
Se trata de una fecha que mueve la sensibilidad de las personas. Cuán importante es dar un abrazo la Noche Buena a las personas que queremos, cuán importante es decir un ‘te quiero’, ver la sonrisa y la alegría de los niños o cuán significativo es celebrar esta fecha en familia, aunque otros prefieran hacerlo solos.
Al respecto hablamos con Nilse Vargas Pérez, Sibele Tineo Montero y Liudmila Loayza Barragán, tres profesionales psicólogas, con especialidad en psicoterapeuta familiar y docentes de la Universidad Franz Tamayo, UNIFRANZ.
Nilse Vargas Pérez, especializada en psicoterapia familiar sistémica y psicoterapia con adolescentes y sus familias, asegura que, en estas fechas, las personas se ponen más sensibles, porque la Navidad se cruza con historias individuales en las que tal vez se truncó el afecto o quedó en medio camino por experiencias traumáticas.
La época navideña es sinónimo de reunión familiar y con amigos. Pone más sensibles a las personas porque sabe que estarán cerca de sus afectos. El problema está en que, con frecuencia, esta fiesta también es sinónimo de ‘estrés’ y ‘depresión’.
“Muchas personas han perdido sus seres queridos, se va notando la silla vacía, te falta alguno de tus afectos; a otros no les gusta la Navidad por la desigualdad social. Estos sentimientos afloran más en las fiestas de fin de año. Aceptar estas emociones y sentimientos por supuesto es importante”, sostiene Sibele Tineo, psicóloga clínica en consulta privada.
Qué es el afecto
“El afecto es muy importante porque el ser humano es un ser biopsicosocial, capaz de dar y recibir amor, conocido como afecto y se lo demuestra desde una palabra, una mirada, un regalo, o simplemente el estar al lado de uno”, afirma la psicologa Liudmila Loayza.
El afecto es parte natural de los seres humanos y los animales, con la diferencia de que en el mundo animal funciona desde lo instintivo. En cambio, en el mundo humano atraviesa por el lenguaje y la comunicación. Desde el vientre materno, el nuevo ser recibe señales de afecto que, al nacer le permitirán ‘ese darse cuenta’ de que aquellas voces de tono afectivo que escuchaba en el mundo uterino ahora corresponden a la madre, al padre, a quienes ahí estaban.
“El afecto ayuda a la sensación de sentir que somos parte de algo que nos da estabilidad emocional, nos enseña la importancia de los vínculos que hay que tener (…). La Navidad es una época para fortalecer, crear, reforzar o mantener nuestros vínculos”, asegura Tineo.
De ahí que, decir un “te quiero”, “te extraño” o “te amo”, siempre hace bien a las personas. Se podría decir que es la capacidad resiliente y empática del individuo lo que le hará tomar la decisión de decir ‘te quiero’, ‘ me importas’, recibir una frase cariñosa, creerla y aceptarla.
Las personas necesitan retroalimentación del entorno. Loayza sostiene que un simple ‘te quiero’, ‘me importas’, ‘la vida va a estar mejor con vos a mi lado’ o ‘sigue adelante’ es suficiente para validar todo el trabajo y el esfuerzo que cada ser humano hace día a día para estar bien, para conquistar sus metas. “No tenemos necesidad de ser otra cosa más que nosotros mismos y un ‘te quiero’ sincero, realmente puede llenar en plenitud ese corazón, que alguien lo reconozca por lo que es”.
Qué pasa con las personas que viven solas
Vivir solo, sintiéndose solo es una cosa diferente a vivir solo y sentirse bien así. “Quien ‘se sienta solo’ se va a victimizar, usará mecanismos de rechazo para mantener esa postura de víctima aislada, quien vive solo y le gusta vivir solo puede salir y buscar gente o decidir quedarse y disfrutar su Navidad solo.
“Después de todo, es necesario ver si es su espíritu navideño lo que está en crisis o sus relaciones consigo y el mundo”, reflexiona la experta Vargas.
Padres separados
El divorcio o la separación de la pareja no tiene por qué afectar a los hijos. Para los niños es importante tener afecto y tiempo de calidad con ambos padres. Su estabilidad emocional está condicionada a sentir de cerca el cariño de sus dos papás. “Es importante que, por esta época, los padres dejen de lado sus diferencias, para animar a los niños a que disfruten y la pasen bien”, dice la psicoterapeuta Vargas.
Ser padre es más que un simple referente legal o social, es un rótulo simbólico que implica el cómo se ve uno como padre. Sin embargo, estar lejos no debe frenar el afecto, con la tecnología puede pasarse una noche íntegra conectado con sus hijos y disfrutar su Nochebuena.
Lo cierto es que en estas fiestas de fin de año siempre se puede empezar algo que no se hizo, dar un abrazo, decir te quiero, comprar algún presente, hacer una deliciosa comida o sonreír. Hacerlo mejora la calidad relacional de los seres humanos, su mirada del mundo, cambia su mapa mental y lo hace sentir más alegre.