Ruddel Callisaya llegó a Santa Cruz hace cuatro meses para dejar una máquina de tecnología CNC al FabLab de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz. Al conocer las nuevas instalaciones encontró el lugar ideal para desarrollar el proyecto que traía en mente: una impresora 3D industrial.
Ruddel, oriundo de Cochabamba, heredó de su padre la pasión por la fabricación. De niño, entraba al taller de su papá y “hurgaba” las herramientas que este tenía para trabajar en estructuras metálicas. Gracias a esa curiosidad, aprendió desde pequeño a soldar, Utilizar máquinas en la producción industrial y medir con exactitud.
En la universidad se especializó en Electromecánica industrial y años más tarde, junto a su hermano mayor, iniciaron un emprendimiento llamado PROCAM, una empresa destinada a la fabricación de maquinaria con tecnología CNC (Control Numérico por Computadora) capaz de medir, automatizar y controlar los procesos de fabricación. De esta manera, una labor que de normal tendrían que ejecutar varios operarios lo puede llevar la máquina de forma autónoma gracias a esta tecnología.
“Siempre me gustó crear y desarrollar tecnología, es una pasión que tuve desde niño y a medida que pasaron los años la fui alimentando gracias a mi papá. Durante muchos años se dedicó a construir estructuras metálicas, fui aprendiendo de él y a tener más curiosidad en el rubro”, aseguró Calisaya.
El maker cochabambino aplicó sus conocimientos para la fabricación de su impresora 3D industrial en el FabLab Santa Cruz. Junto a la colaboración de sus compañeros, sigue trabajando en perfeccionar cada detalle.
“En el FabLab todos aportamos para crear proyectos en conjunto con resultados óptimos, precisos y estéticos. Es un espacio en el que aprendemos y enseñamos al mismo tiempo y esa es la idea: compartir el conocimiento. Esto nos ayudará a los bolivianos a crecer y expandirnos”, asegura el joven innovador.
Calisaya trabaja en la impresora industrial 3D porque se percató de las distintas necesidades por las que atraviesan los pequeños y medianos empresarios en el país. “Este equipo brinda soluciones en el día a día y responde a las necesidades de las industrias, desde aeronáutica, automovilística, salud, gastronomía, entre otras. Al momento de ser consciente de esto, nace la idea de desarrollar una impresora 3D industrial propia, suficiente para prototipar piezas que nos beneficie a todos los que trabajamos para superarnos cada vez más”, expresó con una sonrisa en el rostro.
La impresora 3D industrial permite imprimir en fibra de carbono y biocompatibles. Está diseñada para elaborar desde estructuras de casas hasta prótesis ortopédicas generando un impacto positivo en la sociedad.
“Desarrollar este tipo de tecnologías es muy emocionante porque no tiene límites. Uno nunca sabe hasta dónde más puede llegar. Cuando vi por primera vez una máquina CNC me pregunté si era posible fabricar un equipo así en Bolivia. Ahora soy yo quien las distribuye en el país y estoy fabricando mi propia impresora 3D, esto me llena increíblemente el corazón, viendo hasta dónde estoy llegando”, resaltó el maker.
El FabLab abre sus puertas a distintos profesionales y estudiantes, sin importar la especialidad que tengan o la institución de la que vengan. Juntos desarrollan nuevas tecnologías e ideas que dan soluciones a problemáticas actuales que se viven actualmente en el mundo.
Este laboratorio de fabricación digital tiene el propósito de promover la investigación, producción digital y educación para brindar oportunidades de acceso a entornos, habilidades y herramientas tecnológicas, en un ecosistema digital donde se promueve el espíritu creador boliviano.
Está conectado con la red global latinoamericana de FabLabs que le permite tener acceso a softwares y hardwares abiertos. Cuenta con varias impresoras 3D, cortadoras y fresadoras que sirven para cortar madera, acrílicos, realizar tallados o muebles. También tiene cortadoras laser que hacen acabados más finos y un laboratorio de realidad virtual y aumentada.
