“No haces fotografía sólo con la cámara. La haces con todas las imágenes que has visto, con todos los libros que has leído, con toda la música que has escuchado, y con toda la gente a la que has amado”, decía Ansel Adams (1902-1984), apasionado fotógrafo de naturaleza.
Para Adams, considerado uno de los primeros ecologistas de la historia, la cámara no es lo que más importa, sino es el fotógrafo; es decir, el artista es el fotógrafo que plasma sus vivencias en cada una de las fotos que retrata.
El pasado 19 de agosto, el mundo celebró el Día de la Fotografía, en conmemoración a la invención del daguerrotipo, considerado la primera práctica del proceso fotográfico en el mundo.
Eduardo Ascarrunz Lemon, comunicador social y docente de la carrera de Marketing y Publicidad de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, asegura que la fotografía es el arte de dibujar con la luz, “una técnica que captura una esencia específica de la imagen en un tiempo y espacio determinado”.
La fotografía es un conjunto de datos simultáneos, porque en un cuadro se pueden identificar: luz, sombra, color, distancia y formas, entre otros. En cambio, el texto es una fuente informativa lineal que establece códigos específicos para su decodificación posterior.
En ese contexto, la fotografía comunica más de lo esperado; en cambio, la redacción discrimina según el idioma que se utilice. Por ejemplo, si un texto está escrito en chino mandarín o árabe difícilmente será comprendido o interpretado por personas que solo hablan el idioma español, en cambio con la fotografía no pasa lo mismo, por lo que se la puede considerar universal, al igual que la música.
“En algunos escenarios fotográficos, como la publicidad y el periodismo, la imagen y el texto se necesitan y se complementan como soporte comercial e informativo, reforzando aún más el concepto que llega a un público determinado”, especifica.
Lo más importante y sobresaliente de la fotografía, según Ascarrunz, es buscar un tema específico para ser “narrado” visualmente, ya que por medio de la misma se transmite un estado anímico al perceptor de manera inmediata.
La fotografía es un arte
Tanto técnicamente como narrativamente, la fotografía es un arte que condensa y paraliza un momento indicado mostrando realidades diversas. Se podría decir que es una representación artística porque expresa una visión personal.
Miguel Oriola, fotógrafo español de la llamada Quinta Generación y figura clave de la fotografía de los años 70, 80 y 90, del siglo pasado sostiene que “la fotografía es hoy el arte. Y como el arte, libre. El artista construye imágenes lentas que se oponen a la estética de la instantánea. (…). La fotografía pasa a ser el soporte donde el autor expresa su discurso y no el objeto de adoración por sus gamas de grises y otros alardes técnicos o compositivos”.
Es decir, en la fotografía, como todo arte, el concepto y la coherencia del discurso toman una importancia relevante a la hora de crear.
La fotografía y su impacto en el público
La fotografía es una poderosa herramienta para el desarrollo social, capaz de cambiar actitudes y la opinión pública, ya que las imágenes comunican y expresan deseos y necesidades, ideas, sensaciones y situaciones sociales, en función de los hábitos de consumo del público.
En el mundo, cada sociedad genera constantemente una cultura única y costumbres nuevas. Por tal motivo, la fotografía tiene renovados retos de percepción e impacto, demográficamente hablando.
Técnicamente, Ascarrunz indica que los puntos comunes para que una fotografía incida en el perceptor son:
• El tema a ser capturado y su respectiva narrativa
• Calidad y dirección de luz (natural o artificial)
• Tonalidades frías o cálidas
• Profundidad de campo
• Selección de objetivos (lentes)
Composición de cuadro con las directrices clásicas “Más que la fotografía, como recurso técnico y tecnológico, es la percepción humana que manipula la cámara, ya que la misma coloca su adiestramiento teórico, práctico, experiencial y vivencial para capturar un momento único en escena”, dice el académico, a tiempo de agregar que la generación de estados anímicos en el público dependerá de otros elementos, como la reflexión, la añoranza o, simplemente, la curiosidad.